Tal vez la extraño y el extraviado camino me desorienta. Intento alcanzarla y no puedo.
Voy entre hojas secas y ramas sin vida, con la presión del pecho que martiriza, que se congela, que se pierde. Ando y ando pero no la hallo. ¿A dónde habrá ido?
Su estadía física yace sobre mi frente, pero su alma frenética le teme a mis pasiones incesantes, a los cambios repentinos y a las cosas absurdas, algunos les llaman felicidad. Pero admiro esa valentía cuando me mira y no se derrumba, cuando me sonríe con esa tristeza que se le plasma en la mirada y es que yo la alcanzo pero se desaparece como niebla, ella viene y va, en la oscuridad me reta y me asusta, ella llena de verdad y melancolía.
Ella con su carácter particular, con la estaca clavada en el alma me mantiene andando.
¿A dónde?
No lo sé… Solo andando.
G.S